El sueño de unos medios independientes que no cedan a los intereses personales, políticos o económicos de los periodistas, de sus dueños o de los gobernantes, se tropieza siempre con barreras que no son fáciles de superar.
Mientras en Cali la firma T&E realizó un estudio que arrojó que el 64% de los periodistas reconoce que ellos informan habitualmente sobre las mismas empresas de las que los medios reciben pauta publicitaria (planteamiento respaldado por el 67% de los directores de comunicación encuestados en la misma investigación), una publicación virtual (www.gaceta.es) muestra con preocupación la enorme influencia que el hombre más rico del mundo, Carlos Slim, tiene para controlar las críticas mediáticas que recibe. Solo para que queden como una motivación para reflexionar, aquí van algunas de las frases del artículo (Carlos Slim evita la mirada de la opinión pública):
Cuando los medios se ocupan en él, a veces da la impresión de que quiere que le dejen solo para hacer dinero en paz.
Marcadamente susceptible, el magnate no tiene que responder al teléfono y grita a los que publican y emiten algo que no le gusta.
Sus amplios recursos a menudo se traducen en una cobertura poco crítica.
Raymundo Riva Palacio, un periodista veterano de Ciudad de México, ha dicho que después de que escribiera una columna en El Universal en 2006 acusando al empresario de monopolista, uno de sus asesores amenazó con retirar la publicidad en el periódico.
“Pasar a la historia como un monopolista que despluma a los mexicanos no es una imagen que le guste, pero es la verdadera imagen”, dice Dresser. “La posibilidad de que haga uso de su poder actúa como una mordaza”.
Pero contra las críticas, el artículo termina con una interesante frase: “A diferencia de muchos hombres de negocios que sólo se ocupan de las últimas cifras, él tiene unos intereses diversificados y se está centrando cada vez más en emplear su riqueza en mejorar el mundo”, dice el autor Alvin Toffler, que es amigo de Slim.
Lo que queda claro en el artículo es que las relaciones con los medios por parte del hombre más rico del mundo en nada difieren a las que en nuestro entorno tienen algunos representantes del poder político y empresarial, que habitualmente se molestan con las críticas, que responden en algunos casos a las críticas con descalificaciones del contrario más que con argumentaciones y que tienen además la pauta publicitaria como una espada de Damocles de la que en cualquier momento pueden disponer para acallar a los críticos.